¡ Qué desbordados alegres días,
donde no tenía la conciencia plena
de saberte tus heridas llagosas !
y que más alegres días,
cuando por fin las hayas sanado
y podamos ser más felices todavía,
no en la envoltura del enamoramiento,
sino en los brazos del amor honesto
y no solo fugaces, pasionales momentos
efímeros.
Donde ya no sea sólo la curiosidad de las primeras veces,
sino el maduro resultado de las dolorosas,
hermosas y raras experiencias amorosas.